Paolo Menghini es el padre de Lucas Menghini Rey, una de las 52 víctimas mortales de la tragedia de Once ocurrida el miércoles 22 de febrero de 2012. Tiene 48 años y trabaja como editor periodístico del noticiero de Canal 7 hace 20. Confirma que no sufrió ninguna presión en la televisión pública a pesar de las fuertes críticas que realiza al Gobierno Nacional y que la energía de su hijo le da “fuerzas para seguir”.
¿Cómo observa el sistema de transporte argentino en la actualidad?
La lectura que nosotros hacemos del estado de los trenes no podemos escindirla de lo que lo motivó. Entonces tenemos una doble lectura, que no es un doble estándar. La lectura como usuarios marca que evidentemente el servicio de trenes ha sufrido un cambio importante. El usuario está teniendo trenes en mejores condiciones. Después de la tragedia este cambio era una consecuencia lógica porque si no estaríamos todos entendiendo que la muerte de 52 inocentes fue absolutamente en vano. Pero tenemos varias objeciones. La primera es que no está claro el tema del contrato sobre los repuestos de estos trenes. Según tenemos entendido el Gobierno ha firmado contratos con empresas chinas que dejan de lado la producción y la participación nacional en cuanto a la fabricación y provisión de los repuestos. Sabemos que al día de hoy los trenes ya tienen algún tipo de inconvenientes con los repuestos. Pero, básicamente, a nosotros lo que más nos duele es que el Gobierno planteó este cambio como una decisión estratégica, como una decisión política, como una decisión de inversión y todos sabemos que es la consecuencia de la muerte de nuestros familiares. Que sin esos 52 inocentes muertos y los 800 heridos esto no hubiese sido realizado.
Nosotros consideramos que este Gobierno tuvo muchos años para hacerlo: nueve exactamente, de 2003 a 2012, y sin embargo no lo hizo. Y fue necesario que hubiera víctimas para encarar ese cambio. A esto me refería cuando decía que tenemos dos maneras de verlo. Desde el usuario obviamente que siempre es mejor tener trenes nuevos que del ´57, lo que nunca entenderemos y, además jamás perdonaremos, es que hayan tenido que morir nuestros familiares para que el Gobierno tome la decisión de invertir en lo que era una bomba de tiempo como era el tren de la línea Sarmiento.
¿Qué responsabilidad les adjudica a los distintos funcionarios de transporte del kirchnerismo?
Las responsabilidades no las damos los familiares sino que las ha dado la Justicia y eso es mucho más fuerte que cualquier cosa que podamos decir. Las responsabilidades sobre los roles tanto de Ricardo Jaime como de Juan Pablo Schiavi (ambos ex secretarios de Transporte), así como de Antonio Luna (ex subsecretario de Transporte) y de Antonio Sícaro (ex titular de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte) están determinadas a sus funciones. Esto es quienes tenían los roles de control, de supervisión, quienes debían pedir a los concesionarios que cumpliesen el servicio de acuerdo a las condiciones que el usuario se merecía. Muy lejos de eso, está demostrado que estos funcionarios cajonearon las multas, se olvidaron las denuncias, no escucharon a los trabajadores ferroviarios ni a los pasajeros. Pero sí escucharon a los empresarios, sí recibieron dadivas porque, por ejemplo, Jaime está procesado en varios causas por dadivas recibidas. Entonces, las responsabilidades de los funcionarios no las hemos adjudicado los familiares sino que lo ha hecho la Justicia.
Por algo están procesados por esta tragedia. Está muy claro que ellos no controlaron porque así lo van demostrando día a día los testimonios en el juicio oral que se está llevando a cabo. Por eso están de frente a un juzgado todas las semanas hasta que llegue el momento de la sentencia.
Respecto del ministro Randazzo, decir que obviamente no estaba en el cargo cuando sucedió la Tragedia de Once así que sobre eso no tiene ninguna responsabilidad. Pero el gobierno es uno solo, las caras y las voces están absolutamente unificadas y el ministro Randazzo ha hablado en varias ocasiones como si él no formara parte de este Gobierno. Varias veces ha dicho: «No me pidan a mí que resuelva cuando durante 10 años no se hizo nada». Como si él no formara parte del Gobierno que no hizo absolutamente nada.
Nuestra crítica sobre este funcionario también apunta a que él ya era funcionario cuando ocurrió la tragedia de Castelar que se llevó la vida de tres inocentes más en «la segunda tragedia de Once». Por último, al ministro Randazzo le criticamos muy duramente que haya usado lo que este Gobierno decidió comprar después de la muerte de 52 inocentes como plataforma para autocandidatearse a una precandidatura presidencial. Eso fue lo que hizo luego de que con el dinero del Estado argentino se compraran los trenes chinos. Estuvo muy clara esa intención, además de intentar silenciar la muerte de 52 inocentes. Frente a esto no nos queda otra cosa que hacer que criticarlo con mucha dureza.
¿Sigue ligado a Canal 7? ¿Tuvo algún inconveniente a partir de sus declaraciones?
Si, es mi casa. Hace 20 años que trabajo en el canal. He luchado por la comunicación pública desde el mismo día que ingresé y ahí sigo en mi puesto de editor periodístico. Defiendo la televisión pública, una televisión que no responda a los intereses de ningún partido gobernante sea del signo que sea sino que tenga que ver con una estructura de comunicación pública y que tenga control parlamentario. Así como he sido muy crítico de varias de las conductas del Gobierno nacional, también tengo que decir que desde el primer momento las autoridades del sistema nacional de medios públicos siempre me respaldaron y nuestra lucha siempre tuvo el espació que mereció en los noticieros. Además, no sufrí en ningún momento ningún tipo de condicionamiento ni para hacer ni para decir absolutamente nada.
Después de lo que pasó, en lugar de caer en una profunda depresión, usted y otros familiares pudieron impulsar el juicio oral, hablar con los medios y mostrar una gran fortaleza. ¿Cómo hace para ejercer ese liderazgo?
No considero que seamos líderes de nada. Siempre digo que quien no es capaz de hacer lo que los papás, hermanos, abuelos y familiares de los fallecidos en Once hacemos por las víctimas, me parece, que se tiene que mirar un poco para adentro. Creo que ese es el punto de partida y que hizo que este grupo sea homogéneo.
Somos la expresión doliente de una necesidad social: que no haya más muertos producto de la corrupción empresarial, estatal y del sindicalismo burócrata que se enquista en el poder. Nosotros hemos hecho desde el primer día lo que hemos sentido: Ir para adelante en lo público y guardar el dolor para lo privado. No hemos hecho del dolor una bandera, hemos hecho una bandera de la búsqueda de justicia. Nuestro dolor es individual y de cada uno que lo transita de la mejor manera que puede.
Hemos decidido que eso sea así por una cuestión de que las vivencias en una tragedia de estas características son muy personales e intransferibles. En mi caso particular se me transformó la vida después de perder un hijo que iba a cumplir 21 años. Yo siempre digo que la energía que tenía mi hijo, esa energía que irradiaba todos los días para hacer su música, para escribir sus poesías, para querer a su hija, esa energía incontrolable me tomó por asalto el día que él se convirtió en algo que está dentro de mucha gente y, sobre todo, de quienes lo amamos. Creo que no tendría que ver con la manera con la que hemos decidido encarar esta lucha sentirnos líderes.
Nos sentimos representantes de la sociedad golpeada y de la sociedad olvidada, nos sentimos representantes de la sociedad que quiere un país más justo, sin corruptos sueltos que se lleven la vida de inocentes. Nosotros pretendemos un país en el que los responsables de tragedias evitables terminen tras las rejas. Y si de algo sirve toda esta lucha, que sea para que nadie tenga que atravesar lo que pasamos nosotros.
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