Malena Galmarini sabe bien de qué se trata la política. Es hija de Fernando «Pato» Galmarini, histórico dirigente del PJ y ex secretario de Deportes del menemismo, y Marcela Durrieu, ex diputada nacional por la Provincia de Buenos Aires y actual concejal en San Isidro por el Frente Renovador. Tiene dos hermanos: Sebastián Galmarini, senador bonaerense, y Martín Galmarini, futbolista, y otros medios hermanos por parte de su padre. Tiene 39 años, cuenta con una militancia de larga data, es la secretaria de Políticas Sanitarias y Desarrollo Humano de Tigre y está casada con Sergio Massa, que busca convertirse en el próximo Presidente de los argentinos.
La cuenta regresiva para las elecciones presidenciales de 2015 ya marca menos de un año. ¿Cómo lo vive?
Lo vivo bien. Intranquila, no por la elección sino por los problemas que está teniendo el país y que se reflejan en la gente. No son meramente problemas conceptuales sino problemas serios. La elección es una coyuntura que se va a dar dentro de trescientos y pico de días…no me preocupa la elección en sí, sino cómo sea el tránsito del país de aquí al cambio de Gobierno.
¿Qué debería cambiar el próximo Gobierno?
Me parece que debiera tener los pies más sobre la tierra, Hablar más con la gente, saber qué le está pasando. Parece que se soslayan muchos problemas que no son menores para el ciudadano común. Que a lo mejor, aquellos que detentan un cargo, o algún poder, no importa de dónde ni de qué partido, muchas veces se olvidan de qué le pasa a la gente. Muchos años después de vivir en casas muy protegidas, con muros altos, de andar en helicóptero o autos blindados, dejás de tener contacto con la realidad. Y empezás a tener contacto solamente con el relato y con quienes construyen esos relatos. Y lo digo desde ser una ciudadana más. De vivir, de caminar los barrios de Tigre. Me parece que muchos no entienden que hay problemas serios que solucionar.
Una de las críticas fuertes que se le hacen al Gobierno Nacional desde la oposición y parte del empresariado es que el país está aislado del mundo. ¿Puede conciliarse la opción de volver a «integrarse» al mundo sin caer en una deuda interna?
Por supuesto. Creo que ese es el desafío de quien llegue para el próximo Gobierno. Este es un Gobierno que se está yendo, que hizo una serie de cosas buenas, pero que en los últimos años empezó a derrapar. No pasa solamente por estar aislado del mundo, está aislado de la gente. Cuando uno se aísla no lo hace de unos sí y de otros no. Comienza a creer nada más en el entorno, en el palacio y en aquellos que están más cerca. Y esos que están muy cerca en los ámbitos de poder en realidad lo que protegen son intereses propios, personales, y se olvidan de los intereses colectivos. Por eso está bueno la alternancia, por eso es positivo que haya elecciones y que haya muchas propuestas. Así, la gente puede elegir sobre un abanico mucho más amplio de opciones.
¿Qué liderazgo intenta llevar adelante? ¿Cuál considera que impulsa su marido?
La verdad que no sé si lo que quiero desarrollar es liderazgo, yo lo que quiero es ser parte de un equipo. Tengo puesta la camiseta del Frente Renovador, y además la de Sergio Massa. Creo que Sergio es un líder muy positivo, colaborativo, que entiende qué le pasa a aquellos que trabajan con él, pero también comprende que se trabaja para la gente. Es un líder que encuentra equilibrios, balances, que entiende de los intereses de todos y que de eso saca el interés común, el interés colectivo. Por eso, más allá de que además sea mi marido, o en todo caso, lo elegí para compartir la vida porque es una gran persona. Pero, además, porque sabe bien a dónde quiere ir y a dónde cree que tiene que ir esta Argentina.
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