Norberto Jansenson es multifacético. Se considera un buscador. Se dedica a colaborar y a facilitar la integración de personas, procesos, empresas, espectáculos, presentaciones.
Es mago, ilusionista, orador, narrador, coach. Realiza espectáculos de magia/ilusionismo que además produce y dirige, aporta su voz para campañas publicitarias o institucionales, lleva a cabo talleres, seminarios y charlas sobre la integración y sobre la magia cotidiana.
Practica meditación Zen y Artes Marciales, lee todo lo que encuentra en el camino (especialmente cuentos cortos / www.jansenson.com/relatos), cocina comida alquímica, y disfruta “lo más y mejor que puede de la vida”, a la cual la considera un presente, un regalo. Jansenson saca de su galera un mundo apasionante.
¿Como nace su talento por la magia?
No sé… Mi pasión nació conmigo y se desarrolló gracias a que me regalaron cajas de magia cuando era niño, a que me llevaron a ver el espectáculo del gran Tihany, a que me trajeron un mago para algún festejo de cumpleaños, a que me llevaron al Bazar Yankee una icónica tienda de magia de la ciudad de Buenos Aires.
¿Qué tipo de trucos prefiere hacer?
Mi única preferencia está enfocada en los efectos que no requieren de aparatos antinaturales (tubos con dragones, flecos amarillos, cajas extrañas). Utilizo elementos sencillos y fácilmente reconocibles por los públicos.
¿En comparación a otros países, como evalúa el mercado argentino de su rubro?
El mercado argentino de la magia es de buena calidad en unos pocos exponentes, y regular en la mayoría.
En otros países, más desarrollados, los magos regulares pueden parecer mejores de lo que son porque cuentan con mejores presupuestos para disfrazar su falta de talento.
¿Cómo se genera liderazgo en su labor?
Como primera medida convirtiéndose uno en un líder de su propia vida, en un faro al que puede acudir cuando se pierde por el camino. No para encontrar el destino, sino para encontrar una luz que alumbre los posibles caminos. Luego, reuniéndose con personas de buena calidad, sumándolas con inteligencia a un proyecto que tenga justamente proyección, y comprendiendo que ningún genio ni talento puede hacer por uno el trabajo que uno debe hacer, quiero decir: siempre es de uno la responsabilidad del “éxito» y del “fracaso”, de la abundancia y de la mezquindad. Los otros colaboran, aportan conocimiento, pasión o herramientas, pero siempre deben descansar en que el líder es el último y único responsable del proyecto, y pase lo que pase, jamás va a distribuir culpas ni va reclamar desde el resentimiento cuando las cosas no salen bien, de la misma forma que jamás va a llevarse él solo el mérito ni la gloria del triunfo.
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